No eramos más que unos niños atrapados en unos cuerpos demasiado desgastados por todas esas mentiras que nos vendían en botellas de cristal. Reíamos , jugabamos y exprimíamos la vida cada instante. Vivíamos en un eterno verano; donde los besos eran nuestro único alimento y donde no eran nuestro pies quienes marcaban nuestro camino sino nuestro corazón. Nuestras sonrisas aguanataban por horas. Nuestro sueños se peleaban porque pudieramos rozarles con nuestras manos. Tardes y noches, noches en las que tan sólo el amanecer nos paraba. Aquellos bellos tiempos. Cuanto más crecía, más niña me volvía. Nos llamaban locos, estúpidos; pero los consejos y la envidia resbalaba cómo agua en nuestra ilusiones. Bobos, inocentes; susarraban cuando la música acallaba el mundanal ruido. Éstúpido pero feliz, sonreía yo. Y, etonces, el corazón me pedia " Nunca crezcas", y , claro, yo era al único que escuchaba.
2 comentarios:
Creo qué me gustaría tener una vida así. Sin importarme lo qué la gente diga. Y sonriendo siempre. Sería hermoso.
Precioso texto:3.
Besotes♥.
el texto es precioso, me ha encantado, y la verdad ojala todo fuese así. Un besito :)
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